Más allá de la cantidad de convencionales que aportará cada fuerza, lo que debe tenerse en cuenta también es la representación territorial de esos referentes que, en su inmensa mayoría (86%) provienen de Santa Fe y Rosario.

Todos los gobiernos se han esmerado de repetir hasta el cansancio que “la provincia es una sola” y que todos deben tener acceso a “la igualdad de oportunidades”, pero los hechos han demostrado que ninguna de esas premisas se han cumplido y fue degradando la palabra de los políticos hasta llegar a la apatía total en la última elección, donde la mitad del electorado se quedó en su casa.

El Norte está en todos los discursos, pero no existe a la hora del reparto y esto está demostrado en la conformación de la Convención Reformadora en la que, si no fuera por algunos senadores que lograron mantener su liderazgo territorial, hubiera quedado sin representación… y todavía habrá que ver hasta qué punto son escuchados, o al menos tenido en cuenta, a la hora de debatir las cuestiones específicas de la región que,  pesar de las obras en marcha, seguirá siendo postergada, cuando no castigada con decisiones tomadas en los despachos donde se cocinan los acuerdos, siempre alejados de la realidad y de las necesidades de la gente.

No menos preocupante es la posibilidad de impulsar la Unicameralidad,  donde, todo indica, volverá a aflorar la representatividad de sus integrantes y su estructura puede no garantizar la representación regional sin olvidar el cupo femenino que, como se podrá observar en la actual conformación de la Convención, tampoco se cumplió porque está ausente.

El oportunismo y el apuro por incluir temas muy álgidos, como la reelección, tomó a más de uno dormido y el resultado está a la vista.

La marcada ausencia en las urnas debe ser una señal, es un llamado de atención, y debe ser una preocupación de la clase política, porque el bajo índice de participación también pone en juego la vigencia del espíritu democrático que debería ser una responsabilidad de todos.

Letyana Press