A una semana de que en estas páginas conjeturáramos que, dada la cuasi imposibilidad de lograr los consensos necesarios, el Gobernador Miguel Lifschitz debería enviar el mensaje de Ley de necesidad de la reforma constitucional de todos modos, para al menos instalar el debate y sopesar los argumentos de quienes se oponen, este viernes 23 ante un auditorio de más de tres mil personas en Rosario el Ing. Miguel Lifschitz anunció que enviará al parlamento la linealmente llamada «reforma de la Constitución».
«Todo el mundo está de acuerdo en que hay que reformar la Constitución», disparó el Gobernador para inmediatamente tratar de «hipócritas» a quienes «dicen sentirse progresistas pero ponen excusas para no renovar la Constitución» (al que le quepa el sayo…). La abogada Laura Spina había ilustrado un rato antes en el plenario del sector radical NEO que la reforma de la Constitución no es un capricho, «es un mandato expreso de la Constitución nacional reformada en 1994 que estamos incumpliendo».
Lifschitz no convocó a mas de tres mil personas en el Metropolitano de Rosario para que escuchen solamente de boca de once protagonistas directos en el escenario sus experiencias con las acciones de este gobierno. Lo hizo para desahogarse, desafiar – a propios y extraños – y plantar su meridiano político; a tal punto que propuso que «si el problema de algunos es la reelección del Gobernador – para reformar la Constitución- , ése no es mi problema, se arregla con una cláusula transitoria», desafió.
Pero fue más allá aún: dejo flotando en el ambiente la sensación de que si no puede resultar reelecto como Gobernador, bien podría ser candidato a Presidente de la Nación: «el cambio de verdad de este país va a venir de Santa Fe. Cuenten conmigo para que este sueño se haga realidad».
¿O acaso fue una clara señal de apoyo del Gobernador al encumbramiento nacional de Antonio Bonfatti, apalancado por el Diputado nacional Luis Contigiani, que seguramente atónito escuchaba desde la primera fila?.
La semana que pasó, en la Casa de Santa Fe Lifschitz se reunió con Margarita Stolbizer, Martín Losteau y Raúl Alfonsín para, según el diario digital Infobae «empezar a darle forma a un nuevo «espacio progresista». «nada serio», evadió el Gobernador cuando lo consultaron.
Lifschitz consiguió este histórico viernes por la noche que ningunos de los asistentes regresara a sus hogares (los hubo desde remotos pueblos de la Provincia) pensando en la exitosa gestión de gobierno. Todos se preguntan aún: ¿qué quiso decir el Gobernador en su discurso?.
Un par de horas antes, el radicalismo NEO hacía catarsis en otro auditorio de Rosario, inquietos (tal como iniciamos nuestro comentario la semana pasada) por la incertidumbre que planteaba el socialismo; intraquilidad que, sin saberlo, tres horas más tarde el propio Lifschitz despejaría. O ahondara.
La sensación en el ambiente radical NEO era de confusión casi histórica, ante un panorama de clara división partidaria y perplejidad frentista. De allí que la idea de ir con uno o más candidatos propios en las PASO del año que viene se blandió en casi todos los discursos. Como también la necesidad de terminar de una buena vez con el doble standar de muchos correligionarios que columpian entre el FPCyS y Cambiemos, sector del cual abjuraron todos los presentes. «Hay que ir por la presidencia del Partido en elecciones internas y dejar de regalar cargos en pos de acuerdos», se escuchó decir.
Miguel Lifschitz desde hace rato sospecha que el peronismo no le daría la reforma de la Constitución, pero lo sucedido el jueves pasado cuando el bloque PJ se negó a tratar la reforma tributaria y endeudamientos varios, «ofendidos» por declaraciones del Primer Mandatario (quien dijo a medios en San Cristóbal que el aumento a los empleados públicos de alguna manera estaba atado a que los senadores aprueben la reforma tributaria) lo convenció definitivamente de que el año electoral había comenzado. Y no se puede remar contra la corriente sin terminar exhausto y con dudoso éxito.
En el peronismo comenzó la comezón de la presumida cercanía del poder. A la sempiterna candidatura de Omar Perotti (quien imaginaba una Paso sólo con Marcos Cleri de Unidad Ciudadana) se le suma ahora la versión del lanzamiento en mayo de la precandidatura a gobernadora de la excéntrica María Eugenia Bielsa, y el rumor de una fórmula (impulsada por los senadores, dicen) compuesta por Alejandra Rodenas y Rafael Gutiérrez, el actual titular de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, quien estaría cavilando seriamente en dedicarse a su gran amor (junto a la justicia): la política.
El Gobernador aprovechó el generoso auditorio mediático del viernes para reclamarle al gobierno nacional que le pague lo adeudado por coparticipaciones retenidas por casi una década; «ahora sí», le dijo la semana pasada Rogelio Frigerio, cuando el Ing. Lifschitz le recordó que tienen plazo hasta el 31 de marzo para sentarse con la Provincia para hablar del tema, tal como quedó plasmado en el Pacto Fiscal firmado – no sin dolores de cabeza- por el Gobernador.
Aún la nación le adeuda 200 millones de pesos a los tamberos de la cuenca lechera santafesina por la emergencia hídrica del año pasado (a un año, el titular del Colegio de Ingenieros Agrónomos José Trombert se espanta por la intensa y devastadora sequía que azota a grandes sectores de la Provincia, entre ellas la cuenca lechera precisamente).
Miguel Lifschitz emuló el viernes en Rosario al calendario gregoriano AC y DC (Antes de Cristo y Después de Cristo) proponiendo para la política santafesina el más cercano modismo político «23 F» (23 de febrero); día en que marcó el inicio de la era electoral rumbo al 2019.
A partir de ahora todas las especulaciones son genuinas. Hasta pensar que podría ser candidato a Presidente. Y Bonfatti nuevamente candidato a Gobernador.