Un productor correntino de tomates será sometido en noviembre al primer juicio que se celebrará en Argentina por presunto homicidio con agrotóxicos. La víctima del caso es un niño de cuatro años que murió dos días después de entrar en contacto con el plaguicida.
El juicio oral se realizará en la ciudad de Goya, provincia vecina de Corrientes, y tiene como imputado al horticultor de la pequeña localidad de Lavalle (a 10 kilómetros de Goya) Ricardo Nicolás Prieto. El hombre afronta cargos por presunto «homicidio culposo» de Santiago Nicolás Arévalo y por presuntas «lesiones culposas» en perjuicio de Celeste Estévez, prima del pequeño fallecido.
Ambos niños, que vivían en un área lindera a la plantación de tomates, jugaban en los alrededores de la finca, a pocos metros del río Paraná, cuando tuvieron contacto con el insecticida endosulfan, que les provocó una severa intoxicación.
La elaboración y el uso del endosulfan fueron prohibidos en el país desde julio de 2013, dos años después de la muerte del niño Arévalo.
«Es un producto clorado, totalmente nocivo, que provoca la muerte al instante en caso de que uno lo ingiera o lo huela o a través del contacto con la piel», según explicó Julián Segovia, abogado querellante y miembro de la Fundación Infancia Robada.
Según el relato del abogado, el 2 de abril de 2011, Nicolás y Celeste jugaban en las afueras de su casa ubicada en el Paraje Puerto Viejo, de Lavalle, cuando Nicolás metió los pies en un vado, especie de río artificial poco profundo donde ese campo drenaba los líquidos con los que fumigaba. A las horas comenzó a descomponerse. Por la noche, Gladis, su mamá, lo llevó al hospital de Santa Lucía, donde le dieron medicación para detener los vómitos y le dijeron que hiciera reposo.
«Como los vómitos no cesaban, al día siguiente la mamá se fue al hospital de Goya donde, ante el agravamiento del cuadro, deciden trasladarlo al de Corrientes capital, donde el niño falleció el 4 de abril», describió el abogado.
La autopsia del Hospital Pediátrico Juan Pablo II de Corrientes fue determinante: el niño había fallecido por una intoxicación con endosulfan.
En paralelo, la mamá de Celeste, la prima de Santiago, comenzó a observar que su hija presentaba los mismo síntomas, pero como el caso de Santiago se venía complicando, la niña llegó antes al hospital de Corrientes, donde le practican una hemofiltración (limpieza de la sangre) y la trasladaron al Hospital Garrahan de Buenos Aires, donde le salvaron la vida.
«Tomamos contacto con Gladis (mamá de Nicolás) tras conocer el caso. Nosotros estábamos en plena lucha contra las arroceras que contaminan la Laguna Iberá y quisimos conocer a su familia», recordó por su parte Emilio Spataro, miembro de Guardianes del Iberá.
«Desde entonces, tanto los padres de Nicolás como los de Celeste sumaron a su lucha por justicia para sus hijos la pelea contra la contaminación que sufre todo el territorio correntino».
Spataro será uno de los 19 testigos del juicio oral, cuya instrucción estuvo a cargo del juzgado número 2 a cargo de Carlos Antonio Balestra, la secretaría 4 de la ciudad de Goya, de Miriam Amores, y del fiscal Guillermo Barry.
«El caso de Nico no es único. Un año después falleció José Carlos Rivero, otro niño de cuatro años también intoxicado. Y como ellos, hay cientos de niños y niñas que se enferman con denuncias que no llegan, porque se trata de una forma de producción que realiza un uso indebido de los químicos para aumentar los rendimiento», sostuvo Segovia.
Con relación al juicio, Segovia apuntó que «es la primera vez que en Argentina se juzga directamente con el código penal por homicidio a un productor. Hubo otros juicios, pero en los que se imputó el delito de contaminar y afectar la salud pública».
«Nos sentimos conformes con el proceso pero no estamos de acuerdo con considerarlo homicidio culposo, porque el empresario no podía desconocer los efectos del químico y aún así lo utilizó». En ese contexto, el «temor» de la querella de cara al juicio oral es que «se aplique una pena de tres años y que Prieto se vaya a su casa».
El abogado comentó que «el vado en el que se metió Nico que desemboca en el Paraná sin tratamiento también es algo común entre los campos correntinos. Y no sólo es endosulfán, son muchos agrotóxicos los que se vierten. Hoy hay una mayor conciencia y un intento de producción más controlada, pero es incipiente».
De hecho, la semana pasada se supo que científicos del Conicet detectaron «altos niveles» de glifosato, recatogorizado como probablemente cancerígeno por la OMS, en los sedimentos acumulados en la desembocadura de 23 arroyos y cursos que tributan sus aguas desde el río Pilcomayo hasta el Luján.
Paralelamente se realizará en Goya el Encuentro de Pueblos Fumigados del Nordeste, que apoyar a familiares de las víctimas.
Fuente – La Capital.com.ar