El Obispo nos invita al Reconocimiento, Discernimiento y el Compromiso
En el inicio de la Cuaresma 2015, el obispo de la diócesis de Reconquista, monseñor Angel José Macin, señala en su carta cuaresmal la necesidad de reconocernos en nuestra realidad ante Dios para discernir en familia nuestra vocación familiar e individual y de comprometernos con la realidad de nuestros hermanos.
Compartimos íntegramente la carta del obispo:
“…Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc 1,15)
Son éstas de las primeras palabras de Jesús según el evangelio de Marcos, obra quenos acompañará durante los domingos de cuaresma y durante todo el año litúrgico. La cuaresma es tiempo de conversión, tanto de la mente como del corazón. Es recepción alegre de la buena noticia de Jesucristo. Es aceptación gozosa de esa novedad absoluta que trae la Pascua en nuestras vidas. La conversión es un don de Dios, que se recibe en el encuentro personal con Él. Es una experiencia personal única, que nos impulsa a un camino diferente. Es también una experiencia comunitaria, de salida, de encuentro y de comunión con el otro. Es, finalmente, reconocimiento de nuestra realidad y respuesta esperanzada ante la misma, sostenida por la fuerza transformadora de la Pascua.
Este año, el tiempo de cuaresma nos encuentra ocupados en varias cosas, tanto en lo que se refiere a nuestra vida personal como al quehacer eclesial. Con este mensaje, no quisiera agregar una cosa más. Simplemente invitarlos a vivir con hondura y plenitud este tiempo que el Señor nos regala, antesala permanente de la salida misionera. Lo resumo en tres palabras, que tienen mucho que ver con la vida espiritual de cada cristiano: reconocimiento, discernimiento y compromiso.
Reconocimiento: ante todo, quisiera recordar que durante la cuaresma, vamos a iniciar el “Año Vocacional Diocesano”, en estrecha conexión con el Año de la Vida Consagrada. Pongamos nuestra atención para ver con qué nos quiere sorprender Dios.
Tratemos de profundizar el silencio, la oración, la escucha, para descubrir lo que Dios quiere de nosotros. Y ayudemos a generar este clima y buena predisposición vocacional en nuestras familias y en nuestros ambientes. Toda conversión auténtica comienza con el reconocimiento de la posición en la que estamos ante Dios y con la escucha de la Palabra, de la voz del Señor que ilumina nuestra vida.
Discernimiento: también la cuaresma es tiempo especial de discernimiento, esta vez de un modo particular para las familias. Durante la misma, podemos participar de la encuesta preparatoria a la Asamblea Ordinaria del Sínodo sobre la Familia, un modo concreto de “ver” el querer de Dios en nuestras vidas. Se trata de una ocasión más que propicia para que miremos nuestras familias, para que podamos confrontar nuestra realidad con el proyecto de Dios, para analizar hondamente de qué cosas tenemos que despojarnos, que cosas tenemos que cambiar, para llegar mejor con la Buena Noticia de Jesús a las diferentes realidades que vive la familia de nuestro tiempo. Tratemos de participar activamente de este evento. Nuestra palabra es importante. Nuestra opinión vale mucho y forma parte del camino de conversión que toda la Iglesia quiere recorrer.
Compromiso: no quisiera que descuidemos el aspecto práctico y concreto de la conversión. Uno de los grandes riesgos en la vida cristiana es vivir la fe sin un compromiso concreto, sin una proyección social de la buena noticia que recibimos. En eso nos puede ayudar la colecta del uno por ciento, una iniciativa ya arraigada en nuestra Iglesia Particular, la cual manifiesta de un modo muy simple y efectivo nuestro camino penitencial. No hay conversión auténtica sin una salida sincera hacia el otro. No hay conversión sin solidaridad efectiva. No hay conversión sin despojo alegre de aquello que puede ayudar a otros.
Reconocimiento, discernimiento y compromiso. Tres palabras para vivir un tiempo de renovación interior, que nos conduzca a la alegría permanente de la Pascua. A todos les deseo una santa cuaresma y una Feliz Pascua de Resurrección!
18 de Febrero de 2015, Miércoles de Ceniza.
Mons. Ángel José Macín, Obispo de Reconquista