Una primera definición nos dice que la salud mental es la capacidad de las personas y los grupos para enfrentar los problemas que les presenta la vida con creatividad, así como la capacidad para expresar, dar y recibir afecto. Es también cuidar y cuidarse; proteger a los más débiles; aceptar las diferencias y enriquecerse con ellas; tolerar las limitaciones propias y de los otros, y también las que nos imponen las condiciones de vida, pero sin resignarse. De esta manera, entonces, se puede ver que la salud mental no es sólo la ausencia de trastornos mentales, sino saber vivir con buena calidad de vida.
En el mundo actual existe como modelo una sociedad exitista, que avanza rápidamente. El itinerario diario, nos hace vivir frenéticamente, centrándonos en el logro de objetivos laborales y económicos, que nos hacen olvidar la importancia de conectarnos con nuestras sensaciones, emociones, pensamientos, y cómo nos impacta la vida que llevamos.
Este olvido hace que nuestro equilibrio bio-psico-socio-espiritual se desajuste, provocando enfermedades en distintos niveles: físico, emocional, social y espiritual, es por eso que es importante parar un momento para cuidar nuestro interior y dejar como una necesidad de primer orden la Salud Mental.
Muchas personas cuando sienten algún malestar a nivel psicológico y/o emocional no acuden al psicólogo, ya sea por miedo, desconocimiento, porque piensan que no sirve de nada o simplemente porque piensan que los psicólogos son solo para los “locos”. En cambio, si sienten algún malestar físico lo hacen y van al cardiólogo o traumatólogo o a cualquier otro especialista del área de la salud. Sin embargo, nuestras heridas internas, tales como tristeza, desesperanza, angustia, pesimismo y miedo deben ser tratados, al igual que nuestras heridas externas, como por ejemplo los músculos, caries y nuestros huesos, es decir, de manera regular y no sólo en caso de crisis.
Creo que el primer gran paso es lograr que las familias hablen acerca de estos problemas. Identificar si su niño o adolescente necesita servicios terapéuticos es importante ya que la detección temprana puede prevenir problemas futuros y puede ayudar en el manejo del trastorno. Un error común es pensar que el problema desaparecerá cuando él o ella “crezca”. Erradicar este tipo de mentalidad puede ayudar a que su niño o adolescente reciba la atención que necesita.
Finalmente, ¿Qué debe tener en cuenta para determinar si su hijo necesita servicios de salud mental? Tal vez note que está teniendo problemas para dormir de forma consistente o que es extremadamente agresivo con sus compañeros y hermanos. ¿Ha perdido el interés por la escuela o sus actividades favoritas? ¿Se ha dado cuenta de que está triste por largos periodos de tiempo? Es importante estar pendientes de cualquier aumento o pérdida repentina de peso de su hijo. ¿Alguna vez ha escuchado a su adolescente decir que quiere hacerle daño a alguien o a sí mismo? O quizás ha observado algún comportamiento destructivo y que es agresivo hacia objetos y posesiones. Aunque esto no significa necesariamente que él o ella padece de una enfermedad mental, es una buena idea evaluar el comportamiento y atender el problema con los cuidados necesarios.