A continuación le contamos el simbolismo de los elementos arquitectónicos del Presbiterio y el Crucero

 

Pared del fondo, en piedra:

 

Es el elemento principal del presbiterio y se destaca por sobre los demás.

 

Representa a Jesucristo, roca firme (1Cor 10, 1-4; Mt 7, 24-25), piedra angular (Ef 2, 19-22).

 

Se despliega desde el techo hasta el piso del presbiterio, mostrando que Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es el puente entre Dios y los hombres, entre el cielo y la tierra.

 

La pared de piedra está bañada de luz cálida desde arriba, evocando la voz que se oyó desde el cielo: “este es mi Hijo muy querido” (Mc 1,11; Mt 17, 5), y las palabras de Jesús: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12).

 

Composición de imágenes en la pared de piedra:

 

Preside la composición, a gran altura, la imagen de Cristo crucificado evocando sus propias palabras: “cuando Yo sea elevado hacia lo alto atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32).

 

El Sagrario, que contiene la presencia viva de Jesucristo, emerge del interior mismo de la roca, como Jesús resucitado emergió del sepulcro (Mt 28, 1-7); Lc, 24, 3; Jn 20, 9).

 

Completa la composición principal la imagen de Nuestra Señora del Huerto. Por su ubicación evoca a María al pie de la cruz, desde donde nos fue dada por Jesús como Madre de todos los hombres (Jn 19, 25-27). Entre la imagen de María y la roca que es Cristo se alza un cristal, que indica que a través de María podemos ver a Jesús

 

Pared del frente, color verde oliva, que enmarca el altar:

 

Nos representa a todos nosotros, cristianos, reunidos en comunión en torno a Jesucristo y a la celebración de su misterio pascual en la Eucaristía. Así lo expresa la antífona del salmo 127: “Como brotes de olivo en torno a tu mesa, Señor, así son los hijos de tu Iglesia”.

 

Esta pared que representa a la Iglesia tiene una gran abertura que, a modo de puerta, permite el ingreso a la misma y el acceso a Jesucristo, como también que la luz de Cristo pase a través de ella hacia todo el mundo.

 

En esta pared destacan las imágenes de San José y de San Antonio. Los santos son miembros eminentes de la Iglesia, por el amor y la fidelidad con que vivieron su vocación cristiana. Las molduras que los enmarcan tienen la forma del cayado o báculo del pastor, y a la vez, al ser abiertas, indican que la santidad de la vida cristiana no se cierra sobre sí misma, sino que se irradia hacia el mundo.

 

Elementos del presbiterio

 

En primer lugar hacia adelante está el ambón, desde donde se proclama la Palabra, que es la puerta de entrada a la fe (Rom 10, 17).

 

Luego está la pila bautismal, en cuyas aguas nacemos a la vida cristiana (Jn 3, 5; Rom 6, 3-4).

 

Ocupa el centro la mesa del altar, lugar del sacrificio de la Eucaristía, fuente y culmen de la vida de la Iglesia, que une nuestra vida a la ofrenda de Jesús al Padre y nos hace partícipes de su Pascua.